En el mundo gamer hay algo que la tecnología no puede reemplazar: la compañía. Detrás de cada setup con luces RGB, gabinetes transparentes y placas RTX, muchas veces hay un compañero silencioso que nos acompaña sin pedir nada a cambio: una mascota.
Yo tuve un perro salchicha llamado Pedro. Era mi compañero fiel. Me acompañó durante años, en las largas noches de partidas, en los torneos con amigos, en las juntadas gamer donde la PC quedaba encendida hasta las tres de la mañana. Pedro no entendía lo que era un Ryzen 5 8600G ni una memoria DDR5 de 4800 MHz, pero sabía perfectamente cuándo una partida salía bien… y cuándo no.
EL SILENCIO QUE ACOMPAÑA
Pedro tenía una forma única de estar. Cuando armaba o actualizaba mi PC —instalando una nueva placa RTX, cambiando el SSD M.2 o ajustando el PCI Express 4.0— él se acostaba al lado, mirándome, tranquilo, como si supiera que lo que estaba haciendo era importante.
Ese tipo de compañía no se mide en FPS, sino en conexión real.
TECNOLOGÍA Y AFECTO
En la era de los monitores 240Hz, los gabinetes con control RGB y los procesadores de última generación, las mascotas siguen teniendo un rol clave. No importa si estás editando, compitiendo o simplemente probando un nuevo juego: ellas están ahí, dando calma.
La ciencia dice que tener una mascota cerca baja el estrés, mejora la concentración y hasta potencia la creatividad. En el mundo gamer, eso se traduce en más enfoque, menos ansiedad y mejor rendimiento.
EL LADO HUMANO DEL GAMING
Hoy, los gamers no solo muestran sus setups. También muestran a sus mascotas. En streams, redes y eventos, los perros y gatos se volvieron parte del ecosistema gamer.
Son parte del equipo. No manejan el teclado, pero marcan presencia. Son los guardianes del hardware, los testigos de las victorias y los acompañantes en cada derrota.
Pedro, mi salchicha gamer, fue eso y mucho más. Me acompañó en mis primeras configuraciones, en mis upgrades, y hasta en los momentos en que nada arrancaba y la BIOS no detectaba el disco. Estaba ahí. Siempre.
MÁS QUE TECNOLOGÍA
Al final, el gaming no es solo rendimiento, ni cuadros por segundo, ni procesadores de 8 núcleos. Es compartir momentos. Es tener a alguien, o algo, que te recuerde que la vida real sigue corriendo más allá de la pantalla.
Y eso es lo que hace únicas a las mascotas gamer: porque aunque no jueguen, están en todas las partidas que importan.
En Otecno creemos que la tecnología también se trata de conexión. De compartir, de disfrutar, y de construir recuerdos con quienes siempre están ahí.
Porque a veces, el mejor compañero de un gamer no es otro jugador, sino un perro salchicha con mirada noble y corazón infinito.

